Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

domingo, 27 de julio de 2008

Hay alguien, Alberto

Alberto, esta vez no es broma. Hay alguien ahí afuera.
Yo sé que me vas a decir que son ideas mías, que eso me pasa por ver las películas de las diez, pero quiero que me creás. Hace poco lo escuché arrastrando los pies por el pasillo, debe ser algún borracho que se confudió de edificio, pero está afuera, Alberto.
Y es que estoy fría y cansada. Me acurruqué entre la cama y el armario, en el hueco donde antes iba el canasto de la ropa, viendo hacia la ventana. Tal vez no sepa que estoy aquí.
¿Estás buscándome por la ventana, Alberto? Desde acá veo ocho estrellas. Cada vez se ven menos en el cielo de Madrid. Me gustaría que nuestros hijos puedan ver estrellas en Madrid, y que pensaran que son luciérnagas o viejos reyes, o que somos nosotros que les hablamos. De veras, Alberto.
Pasó otra vez. No seas tonto, ¿qué podrías hacer?
Ahora lo escucho respirar, es como si estuviera apenas aprendiendo. Pero aprende rápido, Alberto. Sigue caminando por todo el pasillo del piso, y a veces baja o sube las gradas.
Eso me pasa por alquilar un cuartito para mí sola, Alberto. Vos sabés que no me gustan los de afuera, son barbudos y huelen a sombrillas y a café frío. Pero este hasta camina diferente, como si le pesara un brazo más que el otro. Ya me dio miedo, Alberto. Consolame.
Todo este cuarto está contra mí. El reloj, el canasto de la ropa, todo. Solo mis geranios se mantienen fieles. Es porque les canto, ¿sabés? Lo leí en una revista del salón hace unos meses y comencé a cantarles y mirá lo floreados que están. Cantame algo, para no escuchar al de afuera.
Hay alguien, Alberto. Te lo digo que hay alguien.
¿Y de veras vamos a tener hijos Alberto? Que sean cuatro, tres hombres y una mujercita, para que sus hermanos la cuiden. Y quiero tener un piso entero para nosotros, sin pasillos donde pueda entrar gente en la madrugada.
Además, hoy no dieron película a las diez. Por eso se me ha hecho más cansada la noche. Me entretuve jugando con una candela, hasta que llegó el de afuera y apagué todas las luces. Y te llamo porque sos vos y porque ya no me da miedo que me escuche.
Otra vez pasó caminando. Creo que se sentó a descansar un rato frente a mi puerta, porque escuché un sonido seco. Si, ya lo escuché suspirar.
¿Y si es un sicópata y me quiere matar? Yo creo que no estoy lista, Alberto. Todavía me falta tirarme de paracaídas y comerme un kebap de verdad. Y ver más flores de los geranios.
Pero ¿sabés? Se escucha cansado. Me gustaría estar cansada ahora, poder acostarme y dormir. Este insomnio me está matando, Alberto, de veras que sí. ¿Me viste las ojeras que llevaba el martes? Entonces no me digás que no.
Voy a acercame a la puerta, para que no sea tan solo. Este huele a sombrilla, pero mojada. No huele tan mal de hecho, creo que me podría acostumbrar. Es solo, Alberto. No es que esté solo, es que es solo. Yo no quiero ser así de grande. Casémonos, decime que sí, para no ser solos.
Creo que no lo quiere hacer. Tiene los ojos grises, estoy segura. Solo sé que tiene los ojos grises, no me preguntés cómo se. Tiene los ojos grises y se le están nublando con lágrimas. Creéme, no lo quiere hacer.
Pero si le toca, nada podemos hacer. Tal vez solo está haciendo su trabajo y ¿quién soy yo para impedírselo?
Ya se levantó, se alejó unos pasos de la puerta, creo que se va a ir. Pero no se puede largar así como así, tiene que hacerlo, Alberto. Decile que tiene que hacerlo, decile que es su trabajo.
Ya no tengo miedo. Ni aunque hubiera visto la película de las diez estaría con miedo. Ahora me da un poco de lástima. No me gustaría estar en su posición. Pobre...
Ahora pegó la oreja a la puerta, yo creo que me escuchó hablar con vos. ¿Tendrá alguien, así como yo te tengo a vos? Tal vez podamos presentarle a Ingrid, para que vaya y se siente en su puerta y Ingrid huela ese olor a sombrilla mojada y sepa que es él. ¿Creés que le guste a Ingrid?
Creo que ya se decidió. Me tiró un papelito por debajo de la puerta. Dice "perdón". Ves, te dije que no quería hacerlo, pero él sabe que le toca. No seas bruto, no vas a llegar a tiempo, mejor quedate allá.
Alberto, tengo que colgar, ya le está pegando a la puerta. Las bisagras no van a aguantar muchos golpes. No, no podemos hacer nada. Espero que tus hijos puedan ver estrellas sobre Madrid.
Está llorando, Alberto, y llorando duro. No quiere hacerlo, pero lo va a hacer. Me tengo que ir, no quiero que me encuentre hablando con vos. Yo también, y mucho. Presentale a Ingrid. Y acordate de cantarle a mis geranios, todavía le faltan algunos botones por estallar.

6 comentarios:

Grin dijo...

Genial!
De nuevo me atrapó hasta el final...
Me gustaría leerlo de otra voz, desde otra perspectiva, quizá de la voz del individuo tras la puerta...

CATA dijo...

"Esta vez no es broma, hay alguien ahí afuera"
=)

Warren/Literófilo dijo...

Mae: Me gustó mucho noto cierta influencia cortazariana, en cuanto al trama, me trajó vagos recuerdos -no sé por qué diablos- de La Casa tomada, está muy bueno y se ve que hay lectura atrás

A. Amador dijo...

mae, Diego... Suena interesante eso de Costa Rica joven. Lo que no me quedó claro es quien sos?

Cualquier cosa no se... si queres me agregas a messenger, mi email es amadorpeludo@hotmail.com para que me expliqués bien como es ese asunto...

Rodolfo dijo...

:O muy, muy bueno.

saludos.

Carla dijo...

Me gusta mucho tu blog; lo estaré revisando.