Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

sábado, 14 de febrero de 2009

De la Tía Rosa

"The answer my friend
is blowing in the Wind"
Bob Dylan
"Que se murió la tía Rosa". Y quién era esta de la que hablan, la tía Rosa? Octogenaria redonda y algodonada, con cachetes de caricatura y unos pasos pequeños y pensados. Se tropezaba con la línea de mi vida un par de veces al año, allá por Navidad o en el almuerzo del Día de la Madre ("claro tía Rosa, con mucho gusto, con uno o con dos hielos"). Una de las dos hermanas olvidadas que dejó la abuela cuando se nos murió una tarde de agosto.

Siempre discreta tía Rosa, absolutamente llena de asombro. "Muchacho, cómo has crecido, yo te tuve en estos brazos hace un chorro de años" o "Pero que guapos están los nietos de Liliam". Se suma todo y se le agrega una visita solitaria a su casa (por aquello del funeralcito que le hicieron en su pueblo a la abuela) y ni se logra la relación de pariente lejana. Pero me dijeron que colgó las tenis (habrá usado tenis, la tía Rosa?) y me agarró algo denso y sólido en el estómago. Tal vez alcanzara para pariente perdida, eso sí, dejando un par de columnas en blanco y debiendo otros datos de segunda.

Lo jodido es que mamá, sentada viendo televisión, mamá mujer de viernes por la noche cuando ya apaga motores, mamá mujer serena que se consume en las películas, me dice como anunciando la loteria: "se murió la Tía Rosa". De golpe, aunque siempre acaba siendo de golpe, no hay modo de soltarlo a chorritos, ni con jeringa o algún artefacto de clínica. Y yo desarmado, esparcido en mi sillón, desprevenido. "Se murió?". Y ella, con la película de las ocho que le gusta, doblada al español con las voces de siempre, confirma: "sí, en la tarde".

Sepa Judas y el Creador por qué me viene ahora a afectar la muerte de la casi parienta perdida, por qué me agarra la pensadera en la tía de provincia, la tía muerta en su cajón de roble, la tía sin cachetes de caricatura, porque ahora son grises y yo los veo a través del vidriecito que algún morboso pidió que instalaran. Y uno que no lleva ni dos décadas de rodar, de tragarse las calles del mundo, toparse de pronto con tías asombradas que se mueren una tarde, sin la cortesía de avisar.

"Tenía cáncer" dice mamá, sin apartar la mirada del machote que dispara la escopeta como rifle de combate. "El doctor le dio tres semanas". Así. "Señora, el examen nos dice que usted está hecha mierda por dentro. Con este cáncer se la llevo puta. Vaya viva tres semanas más. Apúnteme aquí en un papelito que flores quiere que le mande al funeral." Médicos cabrones, todo lo saben y nunca nos dicen nada. De pronto a uno le toca condensar ocho décadas en tres pinches semanas, tres semanas vulgares de un mes bien feo. Si al menos lo dejaran a uno escoger las semanas.

Qué putas hace un chamaco de diecinueve años pensando en tías muertas con cachetes que ya no son de caricatura? A esta edad nos toca abrir los cuadernos de la universidad y tirarnos de jupa, cada cual buscando la manera más efectiva de tirar al basurero su juventud, divino tesoro, y es que si usted estudia en universidad privada sale más rapito, mijito, verdad que usted ya quiere entrar a trabajar? Dígame si no es una maravilla esto de sacar una carrerita en tres años? Si ahora la vida se vive al galope, muchacho. Recuerde que tiene que leerse el capítulo ocho de la antología para el lunes, que tenemos comprobación de lectura. Vaya, lea, lea. Fórmese, que este país necesita muchachos despabilados como usted.

A mí es que los libros me ven con cara fea. No es mi culpa, señor, por favor entienda. Son los libros, que no me quieren. Y la tía Rosa que se murió y no me dio tiempo de prepararme para cuando mamá me lo dijera. Tal vez si estudio medicina puedo salvar otras tías rosas de otros chamacos de diecinueve años. Ah no, pero si yo estudio periodismo. Qué se va a hacer. Mejor me callo y me voy al pretil. Ahí voy a tener chance de pensar en la tía Rosa.

sábado, 7 de febrero de 2009

Dos mil diez

-No jodás, eso fue en el dos mil siete.
-Sí, pero te digo que no lo matamos.
-Entonces?
-Alguien lo metió en un bolsón plástico, con varios cierres. Y en una caja, de esas con llave. Pero el idiota perdió la llave a los pocos meses de cerrarla. Y para dejarla redonda, guardó la caja en una cámara bajo cero, por aquello de congelarlo.
-Y ahora?
-Como que salió.
-Pero estamos en el dos mil diez. Te digo que son tres años, de otros brazos y otros olores. Países, sabores, labios, nombres. Son tres años, creéme.
-Bueno.
-Bueno.

-Dejá de verme con esa cara.
-Te veo.
-Bueno, abramos la bolsa a ver si todavía respira.
-Ok.

-Quién se asoma?

jueves, 5 de febrero de 2009

Disculpa

"El problema es escribir con rabiosa sinceridad, dándose vuelta al revés como un calcetín"

"Todavía escribimos como quien cuenta centavos, aplastados por la seudo lógica del lenguaje"

"Yo busco una prosa elemental, reseca, jadeante. Manchada, como los delantales de las mamás de diez chiquillos. Aspera, como las manos de los calicheros. Sudorosa a gentío. Frenética como una tetera hirviendo"

Joaquín Gutiérrez