Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

sábado, 16 de agosto de 2008

Oda Azul a un Pronombre

La misma noche que hace blanquear los mismo árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos
Neruda

Hoy es una tarde lluviosa de sábado. Y me acordé.
No porque hayamos vivido un sábado de lluvia (¿o sí? ya parece todo hace tanto que ni recuerdo con precisión), sino porque las tardes así son perfectas para reír.
Nosotros nos reíamos, ¿te acordás? Casi como si fuera un oficio pagado, un trabajo a medio tiempo. De siete a tres, de lunes a viernes. Pero a veces sí nos extendíamos, que un martes en la clase 52, que un miércoles armando la red en el gimnasio...
Allá éramos nosotros, los de siempre. Te digo que todavía me acuerdo hace quince años, cuando estábamos tiernos y suaves, y nos pusieron uno tras el otro en colas interminables. Te lo digo que me acuerdo.
Ya ha pasado tanto y hemos visto tanto... Y nos acordamos de tan poco; apenas de intermitencias diminutas, unos segundos apenas de cada día. ¿Adónde dejamos el resto?
Digo yo, porque algo tuvo que llenar los espacios. Claro que me acuerdo del día con las bandas azules de letras doradas, de cuando nos pusimos los sombreros y los cambiamos de mano en mano, de cuando las elecciones y el todo de rojo, de cuando "si ustedes salen de esta aula le dan mal ejemplo a los demás", con las máscaras del restaurante y ese olor tan nuestro.
Pero, ¿y lo del medio? Hablo de esas horas eternas escuchando a las pizarras, de la complicidad muda con el que estaba en la silla de enfrente, de saber que en la otra esquina pensaron lo mismo. Decime, ¿vos te acordas de eso?
Yo ahora me siento en mis aulas (ya no le podemos decir nuestras) y ya no se lo que piensa aquella con los ojos azules. Porque a la de nosotros que tenía los ojos azules le hubiera parecido todo encantador, como siempre le parecía todo.
Te lo digo: yo extraño esa pulsación. Vos podés decir que ya te acostumbraste, que ya conseguiste otro nosotros y que ahora tenés otras nuestras aulas y nuestros profesores. Yo te entiendo, a veces me pasa. Pero también me pasa a veces que es un sábado por la tarde, y llueve, y lo que me nace es un deseo de que sea un lunes, y que sean números, nuestros números, para poder reír.
Y es que vos no podés contar una historia tuya sin nosotros, ni puedo yo, ni puede aquella flaca que se sentaba en la última fila. Y me gusta que no podamos.
Tal vez nunca supimos que ahora íbamos a saber esto. ¿Te acordás como todo era tan mágico y tan cotidiano? Un día ustedes nos llevaron a conocer el mundo de los confites y recuerdo que nos uniformaron de café para que nos acordáramos siempre y mirá como todavía me acuerdo (te prometo que de veras me voy a acordar siempre, aun sin que nos hubieran uniformado).
Y otro día alguno dijo que nos montáramos en un avión y fuéramos no recuerdo dónde, y allá fuimos todos sin saber ni cuando llegamos ni cuando volvimos. Eran las islas y nosotros, las noches y nosotros, las botellas y nosotros, la alegría y nosotros. Ahí también reímos, pero era a jornada doble, 18 horas al día, descansado apenas lo suficiente para poder empezar de nuevo.
Ya ahora todo es tan diferente. Los espacios diarios son solo espacios, son solo puntos o comas o líneas de diálogo. Allá hace un año o dos eran llaves que no aparecían, o apuntadas para el 12, o era un karaoke humano. Eran anécdotas gloriosas que estaba destinadas a olvidarse una semana después.
Porque el abrazo y San Carlos. Porque un "¡Carajo Franco!", porque una vida que es bonita. Porque las sonrisas diarias y los siete brindis del café. Porque una finca que ya nunca será nuestra, porque al fin y al cabo hermanos.
Y es que alguien pretendió (yo sé, yo entiendo que no quedaba de otra, pero igual dejame quejarme) que lo metiéramos todo en dos páginas de un libro celeste y café, como si Arial 11 pudiera.
A nosotros, que fuimos más que un pronombre. Al músico y a la del pelo rojo, al que no necesitó estudiar, a la del acento cantadito, al que quiso leerlo todo y a la del 10 corrido. Al que no podía ser más flaco, a la que se abrazaba, a ese que nunca se perdió una fiesta, al que nos llegó importado. Y hay tantos más, pero nunca se me olvida ni uno.
Porque yo creo que al final de eso se trata todo y tal vez aquel carajo Zeledón decía verdades. Y es que nunca vamos a poder ser así con otros, no volveremos a ser los que hablan sin mover los labios, los que ven sin abrir los ojos...
Y yo aquí, azul y temblando, sentado en una tarde de sábado como si todo fuera una lluvia de días que ya se fueron y apenas quedan delineados y frágiles. Y es que sí, podemos soñar con otros lunes y otros jueves, tal vez de octubre o de abril, donde volvamos a ser nosotros, y a reír, y a llenar los espacios con algo más que puntos y comas.
Ya no será en esa aula 55 o en los pasillos de madera de aquella isla perdida, pero allá donde estemos vamos a volver a ser nosotros. Y te prometo que nos vamos a reír, tal vez hasta como lo hacíamos antes.
Pero por ahora solo podemos asomarnos a las ventanas, cada cual a la suya porque ya no tenemos las nuestras, y ver esta lluvia de sábado caer sobre la tarde.

5 comentarios:

Kuila dijo...

Y si agarré algo, tus nuevos nuestros con suerte son a veces mis nuestros también, pero cómo no entender la nostalgia de los viejos nuestros independientes de cada uno llenos de espejos de clase y camaradería.
Salu2 por los nuestros, los viejos, y los nuevos también.

Ana I. dijo...

Al fin se lanza a escribir más personal, y si, la nostalgia... como no la nostalgia.

Diana dijo...

"Nosotros nos reíamos, ¿te acordás? Casi como si fuera un oficio pagado, un trabajo a medio tiempo."
Me gustó mucho!!! Me acordé de algo que viví hace unos años... Gracias, me hacia falta leer algo así…

Ching dijo...

Mae me llegó... esta buenísimo. Sé que no es lo mismo pero todos los que alguna vez fuimos nosotros, alguna vez tubimos nuestras aulas, y nos reíamos como si fuera un oficio pagado sentimos lo mismo. esa nostalgia que a veces hace que cualquier tiempo pasado sea mejor...

Muyb ueno!!

So dijo...

;( !!! Casi me pongo a llorar... Pero siempre vamos a ser nosotros con solo recordar como tu lo hbiciste!!!