Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

domingo, 15 de marzo de 2009

De la alegría de las ciudades

Asoleados vendedores de frutas, niñas de vestidos celestes caminando de la mano, una bandera a jirones, el trío de guitarristas ciegos, el que pasa y les deja una monea, las hojas que se lleva el viento, el viento que se lleva las hojas, los graffitis gigantescos en las paredes, las vendedoras de lotería, estudiantes de estadística hablando con los peatones, malabaristas callejeros, la chavala que pinta con su caballete, el caballete que espera que algún día lo usen, trece pericos sobre aquel joró tan floreado, el bar de segunda categoría, los adolescentes en la puerta del nightclub, los borrachos de principio de mañana, dos flores floreciendo, el permiso para redundar, el poeta frustrado, los miles que caminan cada mañana para coger los buses, un diputado comprando corbatas en pleno mercado, las familias de la mano, el café de los bohemios, un poco de maíz para las palomas, la jauría de perros del callejón aquel, el peatón que casi atropellan, el cerrajero que abre tempranito, miles de olores a pan y nueces y macadamia, el amor pobre tras un arbusto, los cinemas que venden completo el matinée, las sombras de los peatones, los periodistas de siempre, el que lleva el libro bajo el brazo, el que abre el libro en la plaza, el vendedor de flores en una esquina, los que traen las flores de su casa, el fotógrafo amateur que siempre llega, el ciclista que aún sueña con la gloria, la señora que vende sus artesanías, los que le pagan al malabarista de atrás, el último que cruza con la luz en amarillo furioso, robarse una uva del montón, el viejito en su mecedora balanceándose, la que suspira desde el balcón, los que tiran flores en la manifestación, los policías que reciben las flores, aquellos dos chiquillos que ríen, aquellos dos viejos que rían, el pobre diablo que llora, el chancho que escapó del mercado, comprar un mango en la esquina, las casas de ciento veinte años, la lluvia que mojó a los amantes, los locales de ropa de segunda, la música en los parques centrales, el árbol que se atreve a crecer, la moneda tirada en la acera, los letreros hechos a mano, una maravillosa tienda de confites, el que vende jugo de naranja en la calle, la que lee el periódico en una banca, el empleadito almorzando en la soda, los lustradores de zapatos, los niños que invitaron a la niña al fútbol.
Y después, caminar.

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