Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

martes, 11 de mayo de 2010

Pesca artesanal

Ayer te esperaron.

Era un hombre sentado en un caño, muy solo y muy hombre. Contaba las piedras de la calle. Te iba a decir, cuando llegaras: “Aquí hay sesenta y dos piedras, sólo cuatro con vetas rojas y elegí esta para vos”. No llegaste y él se quedó con la piedrecita en la mano, rayada de rojo, esperándote. Vos estabas seguramente en tu casa, ocupada con labores minúsculas de pequeña diosa mortal o almorzando con un tipo moreno y de camisa verde en una cafetería con aires europeos que sirvió pollo frío y mal café.

El hombre se cansó de esperarte y se fue a casa con la piedra en su bolsillo. Pero siguió buscándote, en su misma rutina diaria. Como todos los días, pero esto vos no lo podés saber porque nadie te lo ha dicho, puso a hacer café en un aparato gastado y dos puestos en la mesa. Ayer te esperó un hombre a tomar café, tu taza con dos de azúcar como te gusta y una costilla de mermelada de guayaba, para acompañarlo.

Vos no sabías esto. Las mujeres como vos se pueden tomar el lujo de obviar las pequeñas existencias que gravitan a su alrededor, tengan o no tengan cafés y piedras involucradas. Ahora que estás leyendo esto te preguntás si es cierto. Hoy también te esperó, pero es religioso con su rutina y hoy fue al teatro con vos. Te guardó una buena butaca y, considerado como es, se llevó para la casa dos copias del programa, por si le preguntabas. La obra estuvo buena. Vos seguías con el colocho, uno o dos besos en la entrada de la casa.

Ahora que leés esto te preguntás en la posibilidad de que sea verídico. En el fondo, sabés que es cierto. Hay un hombre que a diario te espera con una copa de helado de menta chocolate o un papalote para volarlo en el Parque de la Ciencia o en la entrada de una galería de arte, para ver la exposición fotográfica que recién se inauguró. Ahora que leés esto, pensás que sí. Mientras, él te espera con las sábanas matrimoniales abiertas y el libro que estás leyendo de tu lado de la cama. Después el apagará la luz y te esperará, como cada noche, para dormir.

Será un hombre con dos anillos en la mano y un traje formal, con un corbatín negro. Ya tiene un vestido hermosísimo, de tu talla. Compró una corona primaveral. Vos apenas sospechás que es sábado a media tarde, te metés a Internet a ver las últimas noticias. Él llevó a los dos testigos y pagó por el sacerdote. Vos bostezás frente al monitor, deliciosamente desprevenida.

Mañana te esperarán.

1 comentario:

Camila dijo...

muy lindo. me gustó mucho =)