Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

viernes, 23 de abril de 2010

Arenga de Sargento

"Lo que aquí libramos, colegas, es la guerra
diaria por la defensa de nuestro modo de vida"
Coronel Henrique Capablanca

"Comenzamos a cruzar calles a mitad de la cuadra,
dejamos de subir a los puentes peatonales"
J.J. Muñoz


Un martes a mediatarde nos dimos cuenta que estábamos librando una guerra sin cuartel. Yo creo que vos estabas en clase de Contabilidad Avanzada, Jaime nadando tres mil quinientos metros libres en una piscina de 25 de largo y yo leyendo a Joaquín Gutiérrez, creo que era él. Los tres tuvimos un rifle en la mano, ahí, en ese momento, yo con un libro en una mano y un rifle en la otra y vos a media clase con la culata enorme puesta sobre el escritorio y Jaime, alabado sea, medio ahogado porque se le enredó la correa en el hombro izquierdo. Los tres aparecimos con un rifle en la mano.

Claro, vos eras una chiquilla tontona y yo un brutal aborto de filósofo, pero Jaime era un chavalo cuadrado (que horror, que horror) y nos sentó en los trece. "Miren, esto no es vara ni es magia ni algo raro" nos dijo, así nos dijo "a mi tío le cayó un cortauñas inglés en el hueco de la mano mientras subía el Aconcagua y nunca supo por qué". Entonces los tres lo aceptamos, tenemos un rifle, lo tenemos en las manos y el de Jaime casi lo mata. Ahí descartamos la magia copperfieldiana y otros trucos de bazar turco. Porque en eso tenía razón el tío andinista: si nos cae un cortauñas inglés es un cortauñas inglés que nos cayó.

Vos me contaste esa noche lo del profesor escandalizado y el grito furibundo de "Señorita, señorita!", porque en su lógica absoluta, llana e incorruptible de profesor de Contabilidad Avanzada no entraba la posibilidad de que un rifle apareciera en una mano (para cada activo que aumenta, debe ser compensado con otra cuenta que gana o pierde, cierto?) y la respuesta única y sola, tan sola y triste como un pájaro en mano, es que el rifle es tuyo, que la cuenta Bancos disminuyó y a cambio ahora un 22 con el gatillo un poco duro y sin cartuchos suficientes.

Yo al principio vi mucho el rifle, porque me daba miedo que se fuera de nuevo sin saber más de él, número de serie, rango de tiro, sabor de helado favorito, posición respecto a la conservación del avestruz, esas cosas. Pero el libro estaba bueno y terminé el capítulo con la mano sobre la culata. Cuadro cliché, leer a Quincho y tener un fusil en la mano izquierda, yo sé, pero así estaba sentado desde antes y ahí se le ocurrió caer al famoso rifle.

Capítulo finalizado, marcalibros en su puesto y yo en plena capacidad de todo lo que llamo yo, pasé a la situación del rifle a mi lado, como supongo que habrá hecho Jaime después de librarse del abrazo de la correa o vos cuando saliste de la clase. El asunto es que tengo un rifle en mi mano, me dije y te dijiste y dijo Jaime.

En ese momento no sabíamos la relevancia cósmica de tener un rifle en la mano en esta esquina ignorada de una galaxia de leche y luces, y creo, disculpá, que seguimos sin saberlo con certeza. Sólo sé que ese martes a mediatarde nos percatamos de la guerra y un capricho escurridizo nos enlistó de este lado sin consulta alguna. Nos impuso el peso terrible de la culata entre el pulgar y el meñique y terminamos en las largas filas de reclutas.

Y aquí estamos.

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