Advertencia

"Las personas que intenten descubrir motivo en esta narración serán enjuiciadas; las personas que intenten hallarle moraleja, serán desterradas; las personas que intenten hallarle una trama, serán fusiladas. "
Mark Twain

lunes, 8 de junio de 2009

El Mostrador

Ella espera tras el mostrador, contando botones. La tienda huele a ventanales recién amanecidos y todavía vibra la madrugada. Cada botón es cósmico e irremplazable. Los hay rojos, océanicos, mundanos, lujosos, cuadrados, quebradizos, torrenciales, violetas, diminutos, silvestres... Nacen a puñados de una pecera fantástica y ella los cuenta, maternal, sin discriminar color, material de hechura o ideología política. Los botones la disfrutan mientras ella pasa cutánea sobre ellos.

Sobre la puerta de entrada cuelga una campana. Suena cada quince o veinte minutos y entra un cliente inoportuno que le exige su atención. Ella se despega con desgana, pero sonríe a manos llenas y atiende siempre con palabras justas y bellísimas. Del local salen radiantes los compradores, pero nadie regresa, porque ninguno encuentra el camino hasta la tienda de nuevo. Ella, feliz con esta irregularidad, cuenta botones tras el mostrador.

Uno o dos han querido recordarla. Los miércoles de lluvia son fértiles para estos desplantes, porque ella acepta al cliente como mudo testigo del conteo mientras mejora el tiempo. Pero ella solo mira sus botones, entra en ellos, se entrega a un multidudinario culto. Los visitantes la miran, unos más tiempo que otros. Algunos travesean los anaqueles, pero uno o dos han querido recordarla. Particularmente las viejas viudas, solas en sus apartamentos blancos. Siempre sin caso alguno.

Hoy, o puede ser mañana o tal vez fue ayer, entra un hombre cualquiera y suena la campana. Ella lo atiende, alegre. Empaca las compras en una bolsa de papel y la entrega, alegre. Saluda al cliente y regresa tras el mostrador, a contar botones, alegre. Él dice, o dijo o dirá, da lo mismo:

-Yo sé que usted espera tras este mostrador, contando botones.
-Debía llegar dentro de dos semanas.
-Sí.
-Aún no es setiembre.
-Me adelanté.

Ella arrastra un banco alto. Él lo acerca al mostrador y se sienta a esperar a setiembre, contando botones.

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